Tuesday, November 27, 2007 

Incursión Musical "Bat for Lashes"

Now, this is what I call friggin' fuggin' funktastic. Donnie Darko BMX drivers & a wonderful song... what's a girl to do?


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Wednesday, November 14, 2007 

Kinteto Musikene

Y es que hay que darle publicidad a la familia....



One's gotta be proud of her family

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Sunday, November 11, 2007 

En el patio del colegio

La verdad es que los políticos hispanos no se hacen hacen ningún favor en sus apariciones televisivas. Como en el patio del colegio o en el mercado entre verduleras, vamos a ver quién grita más. Y el rey, emulando tal vez el estilo pulido de las nuevas estrellas de la tele-realidad, también a mostrar quién es el más educado... Me recuerda al de "te voy a dar una yoya"



Lo que más me ha sorprendido de este evento tan pueril, es la traducción del "por qué no te callas" que le ha dado la BBC

"Mr Chavez repeatedly tried to interrupt, despite his microphone being turned off [imagínense el pánico del tipo a cargo del sonido y la megafonía, intentando acallar a Chávez por medios técnicos]. The king leaned forward and said: "Why don't you shut up?". According to reports, the king used a familiar term normally used only for close acquaintances - or children."

Según el noticiero británico el "por qué no te callas" es para los niños [léase Gloria Fuertes revolviéndose en la tumba e intentando encontrar una rima con la frasecita] o para los "conocidos" [espero que mis conocidos no me traten así]. Yo leí la noticia inicialmente en inglés, de ahí que me entrase la curiosidad por lo que había sucedido y por cómo se había desarrollado el "diálogo" [jua, ja, ja], y pensé que el rey le había dicho "cierra el pico" o "calla la boca niño" o "no nos des la brasa", o lo de "si te ahogas, te mato"... Sin embargo, nos ha deleitado sólo con un soso "por qué no te callas" más chulapo que de alta cuna, dejando en mí un cierto elemento de desazón al pensar que en realidad suceden cosas más importantes en el mundo que este tipo de intercambios colegiales.

Eso sí, Zapatero por lo menos se lo tomó con mucha calma...

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Saturday, November 10, 2007 

El Diario de Miss Gonzalez XXXI

CASA REPLETA


Argh, ahora estoy yo solita en Newcastle, sobreviviendo a base de cocinar torrijas y regalarlas por ahí a los otros pobres desamparados que se han quedado en la ciudad sin vacaciones. Menos mal, de todas formas, que no me dio por comprarme ese preciado billete a las Canarias, porque resulta que están de temporal y lluvias torrenciales. Así que, me alegraré de estar en la soleada Inglaterra (por lo menos soleado dentro de mi habitación, por la luz que irradio, por mi aura de cálida claridad)...


El viernes encontramos la solución ideal a nuestro problema de alojamiento. Como siempre; fuimos a ocuparle la casa a Cristina. Esta vez sus compañeras francesas debieron de quedarse boquiabiertas, porque no sólo estábamos Katrin y yo, sino que Paulo estaba pasando unas semanas también en el lugar (y está, que aún no se habrá vuelto a España). Pero bueno, Cristina es una mujer de recursos y nos acomodó a todos en su habitación sin problema ninguno. Incluso al día siguiente tuvimos tiempo para ir de mini-gira por la ciudad y tomar unos deliciosos pasteles en una de las salas de té de Mackintosh, el arquitecto más preciado de Glasgow.


La cabaña en la que nos estaban esperando Jane y Patrick estaba en Crianlairch, justo al norte del Loch Lomond. Para llegar allí lo más fácil era coger el tren a Balloch y allí nos recogerían con el coche. La línea que une Glasgow con Balloch es un espectáculo inolvidable: si alguna vez se os ocurre cogerla fijaos en un sitio que se llama Renton. Ahora me explico por qué uno de los personajes de Trainspotting se llama así. Creo que nunca había visto un suburbio más feo, deprimente y sucio. Menos mal que el paisaje posterior mereció la pena, porque tamaña cutrez sólo te la esperas en las revistas del National Geographic, en uno de esos estudios sociológicos sobre las favelas en Brasil. Claro que en este caso las favelas eran de hormigón gris o bunkers prefabricados con vistas al campo de fútbol de hierba.

La carretera a Crianlairch era de lo más sinuosa, y cuando llegamos a la cabaña nos alegramos de que la tierra dejase de moverse al poner los pies en el suelo. Pedazo de cabaña. En serio, más que montañeros parecíamos yuppies de vacaciones. Una habitación para cada uno, cocina, baño (que ya me encargué de romper yo el primer día, como siempre, soy una mujer que deja huella), saloncito, set de puzzles multipiezas (en los que caímos Patrick y yo, con ánimo masoquista, dejándonos llevar durante largas horas por las intrincadas profundidades de un puzzle del más típico estilo inglés hortera y decimonónico)... ah, y SKY TV (pudimos ver la noche de los óscars, poner verde a las actrices y actores, y tragarnos todos los capítulos que pudimos de Expediente X y Stargate, de lo más apropiado para unas vacaciones en la montaña) y equipo de música (amenizado con las cintas de Patrick, que es un magnífico DJ, obviamente porque nos gusta la misma música, pero creo que Jane y Katrin acabaron un poco hasta las narices de nosotros).

Bien, y tras este recuento bucólico de nuestra llegada a la salvaje Escocia, cómo no, tengo que quejarme. En la parte de atrás teníamos una especie de jardín. De hecho el salón tenía un ventanal chulísimo que se abría a ese jardín. Y con muy buena idea, los dueños del sitio habían puesto unos recipientes con comida para pájaro, de manera que todo tipo de pajaritos (cuyos nombres no conozco, pero sé que eran muchos tipos porque, obviamente, eran de colores distintos) podían posarse en las ramitas y alimentarse mientras los turistas de ciudad flipaban con sus trinos. El problema era cuando tras un día entero pateando la montaña bajo lluvia, viento, con barro hasta las orejas, y cansada a más no poder, los mismos tiernos pajaritos te despertaban a las ocho de la mañana. Y no es que fuese a sacar una escopeta de perdigones, pero me alegré mucho de que a nadie se le ocurriese rellenar los recipientes de comida dos días después, a paseo, que se busquen los gusanitos en otra parte

Beh, aún así al final le cogí cariño a los pajaritos. En cuanto al lado más natural, Jane tenía planeadas varias rutas de unas cuatro a seis horas de paseo por la montaña. Los paisajes eran increíbles, pero obviamente el tiempo era Escocés. Los primeros días nuestras caminatas se vieron amenizadas por viento, lluvia, granizo y niebla, y el suelo chapoteaba bajo nuestros pies. Entre la humedad del terreno, el deshielo que lo dejó todo encharcado, y la lluvia que caía desde todos los flancos, llegó un momento en que nos daba igual mirar al suelo cuando pisábamos, porque estábamos de barro hasta las rodillas. También había fauna para acompañarnos en nuestras correrías, sobre todo ovejas que se nos quedaban mirando con esa cara de estar pensando “pringadossss”... y que obviamente dejaron rastro en nuestros pantalones, porque cada vez que nos caíamos o nos pringábamos no sabíamos si era barro o caca de oveja. Y es que el paisaje escocés es muy divertido; las ovejas son peludas, los caballos son peludos, las vacas son peludas... y la montaña es peluda, con unas melenas de hierba amarillenta que de lejos le da un color y una textura inigualable, pero que de cerca parecen más bien parte de una tundra de plantas muertas. Y uno se pregunta en la montaña que para qué carajo quiere seguir adelante, si luego al llegar a un punto aleatorio hay que darse la vuelta y volver más o menos por el mismo camino, no se, si no hay una meta en la que te dan chocolatinas y un té calentito sino que cuando ya te has cansado tienes que hacer de nuevo el mismo esfuerzo... pero bueno, digamos que es el placer de andar por andar, y que yo no me quejé porque esta vez no hicimos el jíbaro por ninguna montaña.

El último día Jane y Patrick se fueron a escalar una montaña nevada mientras que Katrin y yo nos quedamos a la orilla de un riachuelo escondido entre un bosque y una llanura amarilla y pedregosa, tomando el sol. Sí, habéis oído bien, tomando el sol, porque menudo día maravilloso hizo. Esa vez fuimos a las montañas de la zona de Crianlairch, ya que anteriormente habíamos cogido el coche para ir al sur del Loch Lomond, a Glen Coe y Fort William, y otros lugares. El bosque era de abetos, y nunca había visto uno tan tupido. Después de meterme un poquito dentro de la espesura, comprendí perfectamente por qué en los cuentos si querían deshacerse de los niños los dejaban en medio de un bosque.


La vuelta fue muy divertida, sobre todo porque al final acabamos haciendo el recorrido de Glasgow a pie de una punta a otra de la ciudad, unas cuatro horas, y casi se nos quedan los pies en el intento. La necrópolis era cuanto menos graciosa porque parecía que en vez de tumbas aquello era una competición de a ver quien le pone la lápida o el monolito más alto a sus muertos... era como una plantación de palitos de chupa-chups. Y encima tenían la mejor vista de toda la ciudad. La casa de Mackintosh es una preciosidad, pero las escaleras son non-aptas para gente con reuma. Hummm, y no se qué más vimos, aparte del pedazo de chocolate caliente y pastel que nos tomamos al acabar el día, que eso nunca se olvida (es marca de la familia), el viaje transcurrió sin problemas y fueron unas vacaciones sanas y tranquilas.

A los dos días de mi regreso se vinieron Cris y Paulo, y Thorsten también. Así que tuve esta vez yo la casa repleta. Mi vecinita alucina, porque se cree que tengo la tira de amigos, ya que han venido todos seguidos, y la última vez ha sido en masa. Hicimos una cena internacional, Anand cocinó curry, Kaori se olvidó de cambiar la hora y no pudo venir, David también se olvidó de cambiar la hora, pero se dio cuenta a tiempo, ensalada hecha por Katrin para el sector vegetariano, y tortilla de aquí la menda. Víctimas: el tupperware que Rosa me había prestado para hacer torrijas se prendió fuego (eh, y no fui yo, esta vez no fue culpa mía, que conste) y ahora le ha quedado una marca negra de lo más ominoso en una de las asas. Argh, de solo pensar que eso le puede pasar a uno de esos libros que prestas por ahí, o cualquier otra cosa que se te ocurra dejarle a un amigo... se me cayó el alma al suelo por el pobre tupperware, y hoy he confesado mi culpa por teléfono a Rosa. ¡Soy una asesina de tupperwares!


XMAS3

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