El Diario de Miss Gonzalez VIII
Comida menguante. Sobre el "cheese" y las discos inglesas. Gorilas en la pista de baile. Los pubs ingleses se suman otro punto. Las Naciones Unidas salen de fiesta. A precio de coste.
5 Octubre 2001
Me acabo de acordar de que hoy me caducaban las lechuguitas que tengo en la nevera, y es que cada vez soy más desastre, creo que ya no se ni lo que como. Lo que no entiendo es cómo es posible que se me termine toda la comida que compro, y, a ciencia cierta, no me la está robando el ruso porque ese tiene en su habitación un bunker nuclear con todo tipo de alimentos y material sospechoso dentro.
No pienses en go-gos despampanantes. Allí lo único despampanante que había eran las camareras (chamalle X, porque en realidad eran unas chavalitas clavadas como estacas detrás de una nevera de la que cogías las bebidas), que iban en biquini negro (con cinturón a juego) muy monas ellas. También había un tándem de gorilas del tipo “Reservoir Dogs” standard opción “luchador de sumo”. Como para meterse con ellos, y lo peor es que sacaron a un buen puñado de gente (por separado, y a uno agarrándolo del cuello) de la disco: todos en manada con el pobre reo bien sujeto, digamos que un poco desproporcionado el asunto, a saber lo que estaría haciendo el pobre pardillo de turno.
Pero lo más surrealista de la noche no fueron ni los pubs ni los ingleses (a los pobres los estoy poniendo a caldo, como me confisquen el ordenador en el aeropuerto y lean estos archivos, ejem, ejem), sino la pandilla que íbamos. Ni más ni menos que seis chinos, pero chinos de verdad, bajitos, cuadraditos, con el pelo engominado y siempre sonrientes... y encima soltando palabrotas en castellano – ya que amablemente les enseñamos nuestra lengua, así como ellos la suya – con ese acentillo silábico tan gracioso. Por otro lado iba el bastión del este: tres ucranianas y un kazako (o como se diga). Luego le sumamos a las tres españolas de toda la vida, las tres mosqueteras, y a Anand, que daba ese toque asiático (ejem, bueno, asiático pero tirando hacia la India) a la pandilla – y que baila R&B de miedo, tendrías que verlo – y luego “Pablitou”, el chico con el que hice la apuesta infame sobre quien bebía más Guinness (comprenderás que pienso perder la apuesta, no soy masoquista), que era el único exponente del terruño británico.
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